lunes, agosto 25, 2008

Al Compañero Bustos:
Simplemente: ¡Hasta Siempre!
Jueves 07 de agosto 2008,
Juan-Pablo Pallamar Urzúa, ex Presidente nacional de la JS, Dirigente del PS.


Falleció Juanito Bustos. Lo conocí como “compañero” de partido, “diputado”, “don Juan” o simplemente “Juanito”. Qué persona tan afable fue Juanito. Pleno de una humildad acogedora. Don Juan –como yo le decía con sincero respeto- fue una excepcional persona y sin duda, un socialista íntegro. De esos ejemplos que inspiran, por los cuales, la labor colectiva se llena de carisma y mística. Tenía una forma de actuar en armonía con sus palabras e ideas, que brilló por su esencia, por lo que ‘es’. Noble como madera de raulí, impregnada de todo, fundamentalmente de lo que proviene de sus raíces. Fundamento que, para Juan Bustos, fue la Gente con mayúscula. Esa muchedumbre que nos ata, que nos conmueve, que nos hace ser humanos y más aun lo que somos, seres sociales. Esa es la savia de la vida que conocí del compañero Juan. Convencido, posicionado, empoderado en la proyección de su conducta histórica hacia un futuro mejor, por un mundo socialmente justo y mejor para vivir, sobre todo, para mujeres y hombres sometidos a la pobreza, a la explotación y a la incertidumbre; a las contradicciones aberrantes de la sociedad que se construye sobre la espalda de unos para el ocio de otros.

Ese es el Juan con el que fuimos compañeros de partido, de lote, de congreso, de central. El que desde siempre estuvo en las labores más cotidianas de la causa política como en las de más largo aliento. Recuerdo a Juanito para el 1ero de mayo del 2001, cuando la sede del PS aun se encontraba en la calle Concha y Toro y yo aun no tenía veintiún años. El diputado Bustos encabezaba un puñado de militantes que concurrimos a la convocatoria de la CUT y lugar fijado por el PS. Aquella vez, Juan, arriba de la parte trasera de una camioneta montada con parlantes, arengaba a los transeúntes, a los pocos militantes que éramos y a todo cuanto alcanzara a escuchar su incesante alocución que finalizó con su afonía declarada llegando a Estación Central, aunque ello no lo detenía. Recuerdo que me sorprendí enormemente. Había en esa escena un gigante compromiso político. Estaba viendo algo que pocos hacen, más, cuando son portadores de títulos nobiliarios de partido y descansan sobre el cálculo político insignificante, rasca, como beneficio personal casi divino o ridículo absoluto, o peor aún, sobre el cálculo político de la flojera. Ese día conocí a Juan Bustos, el dirigente socialista. Se veía su pequeña figura en alto, y que entre su bigote setentero (que a esa fecha no recuerdo si lo usaba o era más corto pero yo prefiero recordarlo así), se movía el micrófono que sostenía en su mano derecha y que la otra, de cuando en cuando, se soltaba de la barra de la camioneta que lo sujetaba y avanzaba por la calzada norte de la Alameda, para alzarse de forma sincrónica con la exclamación de sus arengas “¡Vamos junto a los trabajadores!”. Mientras los pocos socialistas que veníamos escoltados por una marejada de miles de marchantes nos aleonábamos con sendos gritos del PS que lanzábamos entre las consignas de Juan. Le estábamos dando vida a nuestro entrañable y muchas veces, chato partido.
Por ello, cuando se entiende la política, la amistad, el compañerismo, el compromiso social, la solidaridad desde la cotidianidad, desde el día a día, desde la práctica de los principios, es posible apreciar a Juan Bustos desde una dimensión en la que pocos pueden coronarse jerarcas. Ahí está la parte que más conocí de Juanito. Más que su brillante carrera de jurista e ícono de la defensa de los Derechos Humanos. Ámbito del que otros, con mucha más propiedad que yo pueden referirse. Aquel día, tuvo para mí, un valor épico. Porque es de esos momentos olvidados, que no son normalmente apologéticos ni idealizados, porque en ese hecho está la convicción, la contracorriente frente al curso monótono de la creciente personalización y paradójica despolitización de la política. Frente a la determinación personal de cada uno, de hacer de cada momento, el más importante para cambiarlo todo. Aquello esencial e invisible que tanto para El Principito como para Juan siempre fue evidente. ¡Hasta siempre Juan Bustos!

viernes, mayo 09, 2008

Medio Ambiente:
Renacionalizar el Agua
Santiago de Chile, 09 de mayo 2008
Por Juan-Pablo Pallamar
Ex Presidente nacional de la JS


Los problemas medio ambientales son graves. Y a pesar de la seriedad que revisten, auguran ser bastante más graves aun. La escasez de agua dulce es un problema de hoy. Este elemento que es literalmente vital para nuestra vida es un recurso plenamente agotable. Y su agotamiento conlleva enormes, actuales y futuras consecuencias para la vida de toda la población.

La problemática comienza con la escasez de agua para los cultivos agrícolas que entonces se secan y se vuelven menos productivos. Al reducirse la producción agrícola sube entonces el costo de todo tipo de forraje destinado a la ganadería, y el precio de los cereales y las harinas que son la base del alimento de la humanidad (asumiendo que todos los productos agrícolas restantes son afectos también). Se encarece entonces el costo de la alimentación.

No obstante esto es también un problema de costos para toda la población sin importar su condición socioeconómica, la desigualdad estructural de la idea neoliberal de modelo de mercado permite que sólo una fracción minúscula de la población que más concentra riqueza, asuma la producción y explotación de agua dulce, y por tanto, también tenga un acceso privilegiado a su consumo, a pesar de las graves alzas que seguirá sosteniendo el precio y el costo del agua.

Por ello, para la mayoría de la población restante, lo que hoy comienza a ser un costo mayor será día a día, año tras año, un problema y una cuestión vital para su subsistencia.

El medio ambiente a merced de la productividad comercial ha sido devastado. El crecimiento desigual y salvaje de nuestras sociedades es una letrina en medio de las reservas naturales de agua dulce. El mercado administrador y distribuidor de agua dulce busca siempre el lucro a través del consumo de este “bien que la naturaleza ha hecho común a todos los hombres” como dice nuestra actual constitución política. Y en medio de su agotamiento el estado actual de las naciones-estado estructuradas por el neoliberalismo económico y político defenderá el supuesto derecho de seguir explotando y lucrar a costa de un “bien que la naturaleza ha hecho común a todos” los seres humanos. Las corporaciones transnacionales permitirán entonces que la élite mundial consuma este bien vital a costa de la sed de poblaciones enteras que paradójicamente, serán parte de las naciones con grandes reservas de agua dulce en glaciares que se derriten a una velocidad vertiginosa.

El grave producto del actual orden global afecta directamente a Chile, que es un país con enormes reservorios de agua dulce que comienzan a retroceder a consecuencia del calentamiento global. Y también porque las sequías cada vez más frecuentes y el cada vez más inclemente clima, ya repercuten en la pérdida anual de las cosechas agrícolas que en suma a la escasez energética (que también se agudiza) sube descriteriadamente el costo de la alimentación, y por ende de la vida misma.

Por ello la optimización de este recurso y la planificación de su consumo debe ser regulada y administrada por la sociedad misma. Preservando, con políticas públicas, el derecho supremo de todo ser humano, a beber y hacer uso del agua como un bien vital de su vida y de la producción de alimentos bases que permiten su subsistencia y desarrollo.

El agua es entonces un recurso estratégico para la subsistencia humana y sus actividades más primigenias que debe ser renacionalizada. El Estado debe ser administrador y distribuidor del agua potable, guardián y planificador de su sustentabilidad y garantizador del acceso igualitario de la población a su consumo y su uso. Chile retrocedió concediendo derechos a los particulares sobre su explotación. Por ello, esta cuestión que se avecina a una velocidad que sorprende a todos (el climático global y sus consecuencias) que es un problema y puede convertirse en un conflicto extremadamente agudo para toda comunidad internacional, debe ser prevenido y replanificado desde ya, como una prioridad nacional y continental.
Esta problemática que es uno de los graves problemas medio ambientales que la estructura económica neoliberal de mercado dominante produce inevitable y globalmente, es en una de las materias en que la Concertación ha cometido graves errores. Y lo que debe ser una preocupación absoluta del humanismo social y por ende de los socialistas, es sin duda un problema de toda la población, nacional y mundial, sin disfrazar ni mercantilizar un debate que es de vida o muerte, de igualdad o desigualdad.-